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Una de las mentiras más intrigantes es la que sugiere que el lenguaje está hecho para entendernos. Desde luego, cuesta admitir que el lenguaje no sirva para eso, pero si el lector mira a su alrededor, observará que el lenguaje también sirve para confundirnos. Al menos, se trata de una herramienta muy imperfecta. Nos cuesta definir con palabras nuestros pensamientos y emociones, y por otro lado, nos cuesta adivinar qué quieren decir los otros cuando hablan. Por eso completamos nuestra comunicación con signos, con entonación, con gestos, con miradas, con sonrisas. (...) Nos comunicamos aunque sabemos que nuestra comunicación es imperfecta. Nos comunicamos a pesar de la confusión que generamos y a pesar de las limitaciones de nuestra comunicación.



"El alma está en el cerebro", de Eduard Punset.

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