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Fiebre de sábado por la noche

Ella mira el reloj, mira el telefono. Aguarda. Mira el reloj nuevamente y el telefono. Pasan las horas. Mira el techo. Realiza llamadas no respondidas.
Decide quedar frente a un gran espejo, tapa las imperfecciones de su blanca piel con color, delinea sus transparentes y aguados ojos, se promete no permitir que las lágrimas arruinen el delineado negro y grueso que dibuja. El rimel hace que sus pestañas crezcan mágicamente. Se esconden detras de tanta pintura, su soledad, su espera. La mejor sonrisa pretende olvidarse del segundero que esta noche suena tan fuerte que aturde todos sus sentidos. Una muñequita, tiesa, aguardando en silencio.
Ya está lista. No sabe para qué. Nadie lo sabe.
Varias vueltas da la aguja mayor. El telefono parece haber quedado congelado por el frío de la tensa noche.
La primer lágrima da inicio a un ejercito de ellas que se encargan de arruinar tan perfecta obra de arte.
Los tacos vuelan por la habitación estrellando una ventana que no quiso morir. La camisa se reemplaza por camisón, el elastizado pantalón despues de grandes esfuerzos queda en el piso, perdió la batalla.
La cálida frazada es la confidente protectora, testigo de aquella ira, de aquella noche en que la almohada se volvió esponja. Empapada las sabanas le dan las 'buenas noches'.
Ella mira el reloj, mira el telefono. Intactos.
Cae dormida, mañana será otro día.

1 comentario:

  1. Perdon perdon perdon, no tengo mas que mil perdones, soy la peor del mundo perdon enserio :S

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