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d e s p e d i d as

No me gustan las despedidas, ¿Y a quién sí?
Gustarían si nos despidieramos de quienes odiamos, de quienes ya no queremos ver más, pero en ese caso no me interesaría despedirme; simplemente me iría con un portazo... Entonces, la palabra DESPEDIDA ya significa algo disgustante, ¿Para qué aclarar que no nos gustan? Quizas existe gente que disfruta de las despedidas, pero creo que hasta un masoquista odia despedirse del dolor...
En fin, queda claro que las despedidas son feas.
Quiero que quede claro que una vez cada 3 o 4 semanas me veo obligada a despedirme de quien más feliz me hace en la vida para irme a donde nunca me río, donde todo son responsabilidades.
¿Soy una masoquista indirecta? ¿Disfruto de ésto?
No.

Es que, simplemente, es lo que hay. Para sufrir la despedida antes viví el reencuentro y eso te arma como un puzzle el corazón, aunque vuelva a desarmarse luego.

Confío en que después de esta noche triste, llegará la mañana feliz en que se pegue con cinta scotch mi corazón. Hoy me queda sólo llorarte, y odiar la etimología que dió lugar a que exista algo tan tan tan cruel como lo es la palabra DESPEDIDA.

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