.

Basta ya, por favor.

De tu pecho velozmente al mío como una lanza feroz, con tu sonrisa de ángel y una cruel risa de demonio que brota de tus ojos disfrazados de realidad, una realidad que superficialmente nos complace.
Esto es una batalla sin fundamentos, y parece que no quiero defenderme, estoy cansada y con el cuerpo teñido de acero bordó... Pero continúo gritando, nadie puede frenarme (ni tu daga lo hace); por más que sigas intentandolo. No podés.
Estas errado: no lloro para inculparte sino por inercia, porque me hace falta; Y espero, amor, que no te hayas olvidado aún de que yo siempre digo a gritos lo que siento.

1 comentario: