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Mi más sentido pésame .

Y decidimos tomar una siesta, como la de cada domingo, pero yo preferí el cuarto del frente, es que entraba el sol por la ventana y me abrigaba más que las frazadas, siempre me gustó eso. Era sabido que Vero no querría ceder ante este cambio, ella no puede dormir con luz, desde que nos casamos ha sido así y nunca tuvimos problemas por ese capricho.
No puedo recordar si después de comer fumamos un cigarrillo juntos o no, no puedo recordar lo que pasó y eso me vuelve loco, sólo entiendo que mientras dormía comenzó a faltarme el aire, me desperté y los ojos me ardían como jamás había sentido; No sé qué pasó, no lo entiendo. Escuché gritos de ayuda, no supe distinguir de dónde provenían pero no pude hacer nada, estaba paralizado, cegado entre un humo negro que no dejaba de invadir mi cuartito y ahí comenzé a gritar... Era en vano, la nube negra se metía por mi boca dejandome sin fuerzas para conseguir ayuda.
Tirado en el piso, pude entender que esos desesperantes gritos eran de Veronica, hice fuerza para llegar donde ella, pero ni un dedo logré mover.
En eso pude oir voces ajenas a la casa, hombres afuera que pedían mis llaves, insólito, yo a penas si en un tono muy bajo de voz pude decirles que no.
Pocos segundos pasaron y un gran estruendo aturdió mi cabeza; tiraron la puerta. Me sacaron a la calle; en mi primer bocanada de aire expresé con todas mis fuerzas "¡Mi señora! Por favor, ¡Mi Señora!".
La ventana del fondo estaba cerrada, con rejas y la persiana baja, y la puerta era inaccesible. Los bomberos la sacaron, y por lo que cuentan, ya era irreconocible.
En terapia oí los comentarios al pasar de horror de los enfermeros. Consideraban una gran hazaña haber visto una persona así, ya sin carne, ya sin sangre, sólo los huesos negros y faltos de amor.
No pude asisistir a su entierro, no pude decirle Adiós, no pude decirle que me arrepiento de haberle pedido el divorcio, no hay forma en que le comunique que es la mujer de mi vida y que quisiera estar en su lugar.
La violenta discución anterior a la siesta no la voy a olvidar nunca.

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